EPIDEMIOLOGIA DE LA AMPUTACION
En la actualidad el
número de pacientes amputados en el mundo occidental mantiene un incremento
anual debido de manera fundamental al envejecimiento de la población, que
presenta con la edad algunos problemas crónicos, como diabetes y enfermedad
vascular periférica.
Se observa que el mayor
número de personas con pérdida de extremidades (90% corresponde al miembro
inferior) se encuentra entre los 60 y 75 años de edad y está relacionado con
enfermedad vascular periférica, con o sin diabetes.
La Organización Mundial
de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) informan que
del total de amputaciones de las extremidades inferiores, entre 40 y 85% están
relacionadas con problemas vasculares vinculados con la diabetes.
La decisión de amputar se
englobaría dentro de un proceso terapéutico que está determinado por las
consecuencias positivas y negativas de las diversas soluciones planteadas a los
tipos más frecuentes de amputación. Los progresos conseguidos por la medicina y
la cirugía han permitido aplazar cada vez más las indicaciones de amputación.
Incluso en casos de traumatismos de alta gravedad se aplican todas las medidas
necesarias para preservar el o los miembros afectados
La amputación puede constituirse
como el procedimiento quirúrgico más antiguo,4 considerándose una acción
destructiva que puede convertirse en constructiva cuando suprime la incapacidad
y la enfermedad y restituye la capacidad, funcionalidad y comodidad. La
amputación o separación de una parte del cuerpo, por lo general de un miembro
inferior o superior, va a provocar en el paciente, y por supuesto en su entorno
familiar, problemas de toda índole y que se deben detectar de forma rápida para
así planificar los cuidados que más se adapten a sus necesidades.
Cuando la amputación es
irremediable es fundamental iniciar con una terapia psicológica y un
entrenamiento previo a la colocación de la prótesis.
Si bien son importantes mantener
las condiciones adecuadas del muñón, el acondicionamiento físico para el gasto
de energía que implica el uso de la prótesis, así como el equilibrio y
desplazamiento de locomoción en todo terreno, el cuidado de la salud mental del
individuo requiere el mismo cuidado e importancia que los aspectos físicos del
procedimiento de amputación.
El proceso de adaptación empieza
por saber que el propio muñón es un nuevo órgano al que se unirá un aditamento
externo protésico con objeto de recuperar al máximo las capacidades perdidas,
lograr reincorporarse a las actividades diarias con la mayor independencia
posible y, a través de la fisioterapia, recomponer la simetría corporal
- El éxito ulterior de la Rehabilitación está directamente relacionado con el nivel de amputación
- Se debe buscar el nivel funcional más distal compatible con un razonable potencial de cicatrización (nivel biológico)
- Valorar preoperatoriamente las posibilidades de protetización del paciente y del nivel de amputación à Nivel funcional.
- La conservación de longitud del muñon es un éxito tanto para el paciente, el cirujano y el Médico Rehabilitador à Nivel más distal.
- Es preferible una amputación más proximal que recurrir a amputaciones sucesivas à Nivel de cicatrización.
- Viabilidad de los tejidos: (Color,
temperatura, dolor isquémico/Medición transcutánea de la presión tisular
de O2 y la valoración intraoperatoria)
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